Quien No

Desenfundo el cuchillo.
Me convierto en perra pariendo las penas en aquel rincón del placard.
Quien no.
 Duele la carne, duele la herida, mansilla mi arrugada esperanza, apelmazada, amenazada, olvidada decepción.
Mido mi juicio, tomo mi vino, sangre entre mis piernas, jugo invernal.
Me quise, me quiero, gran ilusión.
Quien no.
Clavada la astilla, las uñas arañan, posibilidad maldita, tiempo en cruz y jalo para respirar.
Humedad que se cuela, recóndita mugre, quema mi estómago, se convierte en rueda.
Torciono mi posibilidad.
Ah ! Maldita circular.
Ah ! Maldito penar.
Ah! Maldita ambigüedad.
Malditos los relojes y su solapada amnistía y ese perdonar revoltoso que solo pesa en los hombros y no  deja explayar.
Quien no.
 Me hago de tierra, fuego que incendia mi esencia se mezcla, soy agua del mar.
Todas las preguntas, todas las respuestas, olor a entierro, allí te dejo.
Me despido de aquello, me amigo con esto, las fases me observan, persigo el letargo, instante preciso, salto al vacío, me descubro ave y volando a lo lejos veo otras líneas que son al mismo tiempo todo otro pasaje que determina el andar .
Ah ! Te conozco.
Ah ! mi cantar.
Aquí te veo pasar, me saluda tu sombra, me descubro la cara y entre mis largas y anchas mi río se desborda y teje en la tierra el surco preciso, pactado, humano mi sangre, dilato y contraigo.
Soy víbora en este caudal.

Quien.
Quien.
Quien.
No.




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